¿Sabías que la langosta para crecer debe mudar su caparazón?
Este proceso es crucial ya que su duro e inflexible caparazón no se expande, obligando a la langosta a despojarse de el cada cierto tiempo para permitir su crecimiento. Durante este proceso, la langosta se siente vulnerable y cohibida, refugiándose tras las rocas para protegerse de los depredadores mientras su nuevo caparazón se endurece.
Y ahora te preguntaras… ¿y que tiene que ver esto con la autoestima?
Así es como yo lo veo.
Nosotros, los humanos, también sufrimos muchos cambios a lo largo de nuestra vida para crecer física, emocional y psicológicamente. Estos cambios nos permiten desarrollar el elemento que más únicos nos hace. Nuestra identidad.
En consecuencia, a estos cambios tan importantes, en esa búsqueda por definirnos a nosotros mismos, es natural y comprensible que nos podamos sentir inseguros, expuestos y juzgados. Por ello, muchas veces nos escondemos, nos reprimimos e incluso forzamos nuestra conducta por el miedo a desentonar en nuestro contexto.
Y ahora yo te pregunto. ¿Qué crees que le pasaría a la langosta si no pudiese mudar su caparazón cuando este le apretase?
Lo que yo creo es que quedaría atrapada en una armadura que la restringiría, impidiendo su desarrollo.
Del mismo modo, si las personas no aceptamos nuestra personalidad y nos adaptamos a nuestros cambios, podemos quedar atrapados en nuestros miedos e inseguridades, limitando por completo nuestro potencial y renegando de nuestra identidad.
Si al igual que la langosta, nos desprendemos de nuestras capas protectoras, nos liberamos de nuestros miedos y nos enfrentamos al mundo con nuestra nueva piel, habremos reivindicado nuestro valor como personas y podremos mostrar al mundo quienes somos, fuertes y renovados.
¡Buenas! Me llamo Álvaro y tengo la suerte de dedicarme a la psicología clínica.
Cada psicólogo tiene unas habilidades personales que traslada a la consulta y estas le caracterizan como profesional, yo diría que las mías son:
1. Generar un clima de confianza. Transmitiendo serenidad y calma, haciendo que la persona se sienta escuchada y empatizando con su historia.
2. Integración de mis conocimientos. Siempre intento adaptar los enfoques terapéuticos que he estudiado a la realidad de la persona, sus condiciones, sus valores y su personalidad.
3. Comunicación clara y transparente. Aunque siempre soy cuidadoso y respetuoso comunicando, no dejo de ser asertivo y trasmitir las cosas tal y como creo que le pueden venir mejor al consultante.
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